Historias

El trabajo de enseñarle a los demás lo hago de corazón

Somos noventa y dos familias a las que Paisajes Conectados les cambió la vida. Yo estoy produciendo quesos y una calidad genética de animales, haciendo unos crucecitos de ganados buenos que he ido comprando en otras fincas que tienen animales de leche. Los he ido seleccionando para tener vacas que produzcan más y, como con la rotación, con el manejo silvopastoril, nunca les falta la comida, yo creo que voy a poder producir mucha más leche.

 

Las huertas las he mejorado mucho. Es que antes nos tocaba comprar la cebolla, el tomate, la habichuela y el pepino. Ahora esa plata la podemos invertir en otras necesidades de la finca. Si yo me pongo a pensar en cómo era la finca antes, me da hasta dolor de cabeza. Las vacas andaban sueltas y yo ni las encontraba por ningún lado. Duraba horas buscándolas. Por las noches tocaba alumbrarse con velas y con mechones de gasolina. Y así era donde todos los compañeros. Hoy en día, cuando voy a otras fincas, ya hay muchas con planta solar y algunas, incluso ya tienen nevera. Y la tierra, eso era lo más feo, no tenía árboles para la sombra del ganado.

 

Hoy en día tengo muchos árboles y ellos me dan felicidad. Un día de trabajo para mí es como ganarse la gloria. Yo me di cuenta que me gusta mucho la arborización y la fauna. Me gusta cuidar a los animalitos. Tanto que los dejo que se me metan hasta la casa. A mí no me gusta que los estropeen, entonces los defiendo. También me visitan las borugas, que se parecen a los guanos, pero son negritos. Y las guacharacas. Acá en el palo de mango vienen a dormir como si esta fuera la casa de ellas, y son mansas, muy bonitas.

Mire que yo casi todos los días siembro un árbol en la finca mía. Si usted viera mis corredores de conectividad, les he sembrado guanábanos, mangos, forrajeras y están tan bonitos. Esos árboles son los que permiten que existan animales. Ellos son los que capturan el carbono para la protección de nosotros y de los compañeros y de todo el planeta, y de los animalitos. En el corredor hay mochileros y currillos y manaos y micos y monobombos, churucos, chichicos y bebelecos. Todos esos animales. Yo me la paso viéndolos cómo cruzan al bosque, cómo comen guayabas y papaya. Se han vuelto parte de mi casa, de mi familia. Se han adaptado a mí y yo a ellos. Ahora más o menos a las cinco, en la tarde, que no esté asoleando tanto, me voy a caminar los corredores y a mirarlos y a oírlos cantar y, por ahí derecho, le echo un ojo a las vacas a ver cómo andan.

 

Acá las vacas todas son de leche. Yo mismo las ordeño y mi esposa saca el queso. Tenemos una quesera muy hermosa. Cada día sacamos queso y cada ocho o quince días lo sacamos a vender. Queso cuajado, en bloque de tres o cuatro arrobas. El Fondo está por irse de acá, pero yo seguiré haciendo lo que he aprendido. Hasta que esté en este mundo pienso enseñarle a la gente a hacer los corredores de conectividad y los potreros pequeñitos, a que reflexione sobre lo que le hace a la tierra y a los animales.

 

Este es un ejemplo que me quedó marcado. La gente me dice Lucho, usted será que me enseña cómo se hace un acueducto ganadero y yo le digo mano, se necesita esto y esto, y yo voy y le instalo el acueducto ganadero. El trabajo de enseñarle a los 64 demás, lo hago de corazón.

 

Luis Toledo, promotor local
Programa Paisajes Conectados,
Solano, Caquetá

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